Los indicadores de la auto-gestión o auto-regulación emocional son:
- Tendencia a reflexionar y meditar
- Comodidad delante de la ambigüedad
- Integridad
- Motivación (movilizar las emociones positivas para hacernos avanzar hacia nuestros objetivos)
- Pasión por el trabajo bien hecho
- Satisfacción por los retos nuevos
La consciencia emocional es la capacidad para:
- Reconocer nuestras emociones
- Identificarlas
- Ponerles nombre
La posibilidad de experimentar y reconocer:
- Múltiples emociones
- Sentimientos
- Estados de ánimo
Implica que:
La persona domina un vocabulario emocional suficientemente rico que le permite expresar exactamente lo que siente.
Significa:
Comprender como impactan en nuestros comportamientos y pensamientos, implica saber qué estamos sintiendo y por que, encontrar la causa de estos estados y, sobretodo, aprender a usarlos a nuestro favor.
No nacemos con una consciencia emocional, esta se va desarrollando a poco a poco, a medida que vamos experimentando nuevas emociones y los adultos que nos rodean nos ayudan a etiquetarlas y gestionarlas.
Desgraciadamente, en muchos casos este aprendizaje no se produce y la consciencia emocional se atrofia.
Esto no significa que la persona no sea capaz de experimentar muchísimas emociones y sentimientos, sino que no es capaz de reconocerlos y, por tanto, le resulta mucho más complicado gestionarlos.
La buena noticia es que la consciencia emocional se puede potenciar en cualquier etapa de la vida.
Un primer paso para regular las emociones consiste en ser conscientes de ellas. Permitir y aceptar tus emociones, recibir la información que ofrecen, y entonces, trabajar con ellas ¡es inteligencia!.
Debido a la inmediatez de la emoción y a la habilidad que tenemos para integrarla con la razón, nos hemos convertido en seres adaptativos más complejos.