Cuando se sobrepasa la ventana de tolerancia se activan los mecanismos de supervivencia. De esta forma, reaccionamos sin pensar ante los estímulos del ambiente en lugar de responder a éste, observándonos y evaluando qué tipo de respuesta queremos dar.
Si la persona se encuentra en modo de supervivencia no puede darse la tendencia natural al crecimiento.
En la famosa pirámide de Abraham Maslow (1943) se muestran las diferentes necesidades del ser humano. Las que están en la base inhiben las superiores. Si nuestras necesidades fisiológicas de alimentación, descanso, homeostasis, respiración adecuada, no están cubiertas no habrá tiempo ni energía para poder desarrollar nuestra autoestima, o las relaciones afectivas, ni mucho que decir de las necesidades de autorrealización.
Al entrar en modo supervivencia nuestro organismo segrega más cortisol (hormona esteroidea producida por la glándula suprarrenal) que se libera como respuesta al estrés. Sin duda, si nuestra seguridad se ve comprometida, ya sea ésta seguridad laboral o familiar, todo nuestro sistema incluido nuestro cerebro se concentra en la supervivencia de forma que se inhibe el crecimiento del individuo.
Si ponemos el ejemplo de un niñ@ que sufre maltrato físico en su entorno familiar podremos observar como su capacidad de aprendizaje queda mermada, teniendo éste con bastante probabilidad problemas escolares. Dado que su organismo está en modo supervivencia no hay espacio para el aprendizaje, el cerebro necesita cierta seguridad y calma para poder desarrollarse eficazmente. De ahí la importancia vital en ofrecer seguridad, afecto y cuidados a los niñ@s y ofrecerles un entorno adecuado para un adecuado desarrollo de su persona.